miércoles, 19 de octubre de 2011

El hombre imaginario, Nicanor Parra

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imagiarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar el corazón
del hombre imaginario.

Los muertos de la plaza (28 de enero 1946 Santiago de Chile), Pablo Neruda

Yo no vengo a llorar aquí donde cayeron:

Vengo a vosotros, acudo a los que viven.

Acudo a ti y a mi y en tu pecho golpeo.

Cayeron otros antes. Recuerdas?. Sí, recuerdas.

Otros que el mismo nombre y apellido tuvieron.

En San Gregorio, en Lonquimay lluvioso,

En Ranquil, derramados por el viento,

En Iquique, enterrados en la arena,

A lo largo del mar y del desierto,

A lo largo del humo y de la lluvia,

Desde las pampas a los archipiélagos

Fueron asesinados otros hombres,

Otros que como tú se llamaban Antonio

Y que eran como tú pescadores o herreros:

Carne de Chile, rostros

Cicatrizados por el viento,

Martirizados por la pampa,

Firmados por el sufrimiento.

Yo encontré por los muros de la patria,

Junto a la nieve y su cristalería,

Detrás del río de ramaje verde,

Debajo del nitrato y de la espiga,

Una gota de sangre de mi pueblo

Y cada gota, como el fuego, ardía.

sábado, 22 de enero de 2011

Herminda de la Victoria, Victor Jara

Herminda de la Victoria
murió sin haber luchado
derecho se fue a la gloria
con el pecho atravesado.

Las balas de los mandados
mataron a la inocente
lloraban madres y hermanos
en el medio de la gente.

Hermanos se hicieron todos,
hermanos en la desgracia
peleando contra los lobos
peleando por una casa.

Herminda de la Victoria
nació en el medio del barro
creció como mariposa
en un terreno tomado.

Hicimos la población
y han llovido tres inviernos,
Herminda en el corazón
guardaremos tu recuerdo.

jueves, 20 de enero de 2011

A los críticos católicos, Pier Paolo Pasolini

A menudo un poeta se acusa y se calumnia,
exagera, por amor, su propio desamor,
exagera, para castigarse, su propia ingenuidad,
es puritano y tierno, duro y alejandrino.
Es incluso demasiado agudo en los análisis de los signos
de las herencias, de las supervivencias:
tiene también un pudor excesivo en concederles
algo a la razón y a la esperanza.
Pues bien, ¡ay de él! ¡No hay un instante
de vacilación: basta con mencionarlo!